Emboscado entre polígonos industriales
y el trajín automovilístico de la A-68,
el barrio rural de La Cartuja Baja de
Zaragoza fue en su origen remanso
de paz y silencio con la fundación del
monasterio de la Orden de los Cartujos
de la Inmaculada Concepción entre
los siglos XVII y XVII, que le da su
nombre