Justo antes de llegar a Panticosa, el río Caldarés se abre paso entre el Tozal de las
Tierras y la peña O Calvé abriendo un corto pero muy angosto cañón, un espacio
prácticamente inaccesible de menos de un kilómetro de longitud y verticales paredes
rocosas, hasta ahora solo frecuentado por pescadores. El milenario trabajo erosivo
de las aguas sobre la roca caliza ha perfilado un pequeño desfiladero en el extremo
oriental de la población, que ahora puede recorrerse por un sólido entramado de
pasarelas aéreas, completando una atractiva ruta circular que pasa por dos búnkeres
y sube al mirador de O Calvé, con unas asombrosas vistas panorámicas del Pirineo.