Huesca, como otras muchas ciudades del
mundo, tiene su propia historia
aeronáutica, pero en este caso es muy
especial por distintas razones. En primer
lugar por su premura, en 1911 se llevan a
cabo las primeras pruebas; en segundo
lugar por sus orígenes, no es una historia
que venga de fuera; y en tercer lugar por su
singularidad, en su mayor parte la historia
de la aeronáutica oscense se relaciona con
una actividad muy particular: el vuelo sin
motor.