Los antiguos pozos de nieve, denominados popularmente como neveras, son
el vivo recuerdo de una fatigosa labor, ya desaparecida, que consistía en la
recogida de nieve durante el invierno y su almacenamiento por capas, convenientemente
compactadas y alternadas con paja, en el interior de estos sólidos depósitos subterráneos de capacidad variable.