Daroca atesora una de las reliquias más singulares de la Cristiandad, la sangre
de Cristo proveniente de unas hostias consagradas. En torno a ellas, se ha tejido
la historia de la ciudad y se siguen celebrando sus fiestas locales.
Disfruta de una fiesta que se sigue celebrando ocho siglos después, e incluso una festividad celebrada por toda la Iglesia católica.